UNETE A LA CONSAGRACION DE MEXICO POR LA PAZ


El Episcopado Mexicano exhorta al pueblo mexicano (y a quienes quieran unirse a esta iniciativa en otros países) a:

-Que del 30 de noviembre, primer domingo de Adviento, al 12 de diciembre, fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, nos unamos diariamente rezando por la paz con la oración arriba publicada.
-Que el 12 de diciembre "pidamos la intercesión de la Madre de Dios por la conversión de todos los mexicanos, particularmente la de quienes provocan sufrimiento y muerte, y para que todos pongamos lo mejor de nosotros mismos para hacer posible la paz"
-Que en esa misma fecha "nos consagremos a Ella, a nivel personal, familiar o comunitario, ofreciéndole orar a su Hijo Jesús por la paz de manera permanente".

NOTA DE LA REDACCIÓN: La mejor manera es uniéndonos a las Consagraciones que se harán ese día en la Arquidiócesis de México y en otras partes del país, tanto al Sagrado Corazón de Jesús como al Inmaculado Corazón de María. Ver AQUÍ el porqué se necesita hacer ésta Consagración).

-Que, con la ayuda divina, "nos comprometamos a ser constructores de paz" de la siguiente manera:

¡Sumémonos a los esfuerzos para atender a las víctimas de la violencia!
¡Participemos en los procesos de justicia, reconciliación y búsqueda de paz!
¡Privilegiemos el DIÁLOGO CONSTRUCTIVO!
¡Trabajemos juntos en favor de un auténtico Estado de Derecho!
¡Formémonos en valores!
¡Ayudemos a los más vulnerables!
¡Reconstruyamos el tejido social!

Observaciones sobre la propuesta del Episcopado:
Ante el clima de violencia que lamentablemente se ha desarrollado en nuestro país, los obispos mexicanos exhortan al pueblo mexicano a unirse en la búsqueda de la paz. Pero es necesario que pidamos y trabajemos por la paz como la da Cristo y no una falsa paz como la da el mundo. Con las propuestas del Episcopado y por medio de la oración, pidamos el cambio más importante, el de nuestros corazones para recobrar los valores perennes y para que emane el verdadero sentido de caridad y amor al prójimo entre nosotros. Así, nos consagraremos -el 12 de diciembre- tanto al Sagrado Corazón de Jesús como al Inmaculado Corazón de María. Es claro que esta situación que atrevesamos es campo fértil de rapiña para muchos intereses políticos que buscan ganancias a río revuelto. Por ello, los católicos debemos evitar ser manipulados y discernir con buen juicio para no caer en lo mismo que se busca evitar: la violencia irracional. El fuego no se apaga con gasolina. ¡

Es necesario que nuestra Patria toda se RECONVIERTA a Cristo, para que se le reconozca su Realeza Sagrada y así el reino de su paz se establezca en México!

Fuente: catolicidad


CONSAGRACION A LOS CORAZONES 
DE JESUS Y MARIA

Lo fundamental de la consagración es, conforme a la oración consagratoria, la renuncia al pecado, a la tentación del mal y a Satanás y la entrega incondicional al Corazón Inmaculado de María y, por él, al Sagrado Corazón de Jesús, como respuesta al amor  a nosotros de ellos dos. Con esta consagración se renueva y profundiza de manera consciente la consagración bautismal a Dios.

La humanidad tiene necesidad, hoy más que nunca, de la  bondad divina, del amor y de la piedad. Es lo que recibimos al consagrarnos a los Sagrados Corazones de Jesús y de María y al vivir según la consagración.

Jesús y María, al  demostrarnos su amor, quieren conducirnos hasta el amor desinteresado a Dios y al prójimo, lo cual es la base de la santidad a la que todos estamos llamados. Porque nos aman quieren salvar a la humanidad, que equivocó el camino. Es necesario creer en el amor de ellos dos, confiarles y entregárseles por completo. Cambiarán nuestros corazones para que empecemos a pensar, a obrar y a amar como ellos.

Hasta ahora era usual consagrarse por separado al Corazón de Jesús y al de María. Cada una de estas consagraciones alcanzó su cima en la consagración que realizo el Papa de la Iglesia universal y del mundo entero.

Así el Papa León XIII consagró en el año 1899 a toda la Iglesia y al mundo entero al Sacratísimo Corazón de Jesús y el Papa Pío XII le consagró al Inmaculado Corazón de María toda la Iglesia y el mundo entero en el año 1942. El Papa Juan Pablo II realizó esta consagración al Inmaculado Corazón de María en el año 1984 y en el 2000.

Jesús y María  son una comunidad de amor. Por eso  nos consagramos y nos entregamos a los dos al mismo tiempo.

Por obra del Espíritu Santo fue formado Jesús como hombre con un corazón humano en el vientre de la Virgen María. Los dos Sagrados Corazones estuvieron unidos desde el principio de una manera maravillosa.

El Corazón de María fue el primero en adorar al Corazón de Jesús y el que comprendió más cabalmente la profundidad de su amor.

Ella, como educadora, modeló el Corazón de su Hijo.

En el momento en el que el Corazón de Jesús fue traspasado en la cruz por la lanza del soldado, el Corazón de María sufrió las heridas producidas por la espada de los dolores. En el Corazón de Jesús se refleja el Corazón de su Madre.

El culto al Corazón de María se fue desarrollando en la Iglesia en forma paralela al culto al Corazón de Jesús. La fiesta del Corazón inmaculado de María está inmediatamente después de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, lo que da cuentas de su íntima unión.


El fundamento de la consagración

Todos los hombres somos propiedad de Jesús, porque es nuestro Creador y Salvador. Por el bautismo los cristianos somos más suyos todavía. La pertenencia a Jesús debe ser confirmada y esta confirmación debe ser renovada continuamente con nuestra decisión personal a favor de Él. Esto ocurre de una manera privilegiada en la consagración al Corazón de Jesús, siempre que esté  preparada a conciencia.

No somos solamente de Jesús. Somos también de María, ya que ella es nuestra madre espiritual. Al que se entrega a María, ella lo entrega a Jesús. Ella es el camino a Jesús, la mediadora y la intercesora ante él.

Con la Consagración le entregamos a Jesús por María nuestra alma y nuestro cuerpo,




  • el crecimiento espiritual,
  • nuestras oraciones,
  • mortificaciones y nuestras buenas obras,
  • nuestras luchas interiores ocultas,
  • nuestro esmero por la pureza del alma,
  • las cruces de todo tipo,
  • nuestro estado de salud,
  • nuestra familia,
  • a los conocidos y amigos,
  • nuestra vocación y 
  • bienes materiales.

  • En nosotros comienza una nueva vida, formada a imagen del Corazón de Jesús y del de María.
    Si nos entregamos conscientemente al Corazón de Jesús y al de María, se nos ofrecen también ellos dos de una manera nueva. Se trata de una alianza de dos amores.
    Al donarnos a Jesús y a María, pasamos a ser su pertenencia y ellos dos cuidarán de nosotros, tratándonos como suyos.

    La vida a partir de la consagración
    La consagración no es un acto que se realiza una sola vez. Con nuestra vida la confirmamos y la renovamos día a día.

    Junto a su Corazón, nuestro corazón vuelve a arder en el amor, se llena de bondad y de amor, siente el anhelo de alcanzar la santidad y comienza a amar desinteresadamente. Solamente el Amor de Dios puede motivar al hombre para un amor desinteresado.

    La consagración nos pone en dirección del amor al prójimo. Nuestro apostolado es, en primer lugar, un apostolado de oración y sacrificio y de una vida cristiana ejemplar en el cumplimiento de los mandamientos Divinos y de los preceptos de la Iglesia.

    Rezaremos  para que el Reino de Dios se acreciente en las almas. Para este fin aceptaremos también  renunciamientos y mortificaciones.

    Principalmente llevaremos con entusiasmo nuestra cruz de cada día  y haremos así actos de reparación a los Sagrados Corazones de Jesús y  de María  por nuestros pecados y por los pecados de toda la humanidad.

    NOTA: Recordemos que esta Consagración no es una fórmula mágica que nos va proteger del mal o del sufrimiento. Consagrarnos a los Corazones de Jesús y de María es un acto de amor, de humildad y de sumisión donde nos comprometemos a cambiar nuestras actitudes, a cambiar de vida, a reparar el daño que pudimos haber hecho  y a dar un testimonio fiel de nuestra fe en Jesucristo.



    ORACIÓN PARA LA PREPARACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN PERSONAL




    Sacratísimo Corazón de Jesús, inmaculado Corazón de María, quiero consagrarme y entregarles mi  persona

    Os ruego me ayuden a que en el tiempo de preparación pueda comprender mejor el Amor que tienen hacia mí y que pueda devolver este amor con una oración más profunda y una vida más cristiana.
    Me esmerare en rezar con gozo el Santo Rosario y adorar el Santísimo Sacramento. Me esforzare en ser más fiel al Evangelio, a los Mandamientos y a los preceptos de la Santa Iglesia, especialmente al mandamiento del Amor a Dios y al prójimo.
    Participare de forma más activa en el sacrificio de la Santa Misa y de la devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes. Llena de confianza me refugio en el cobijo de Vuestros amantes Corazones.

    Protéjanme en todos los peligros y condúzcanme, una vez acabado el peregrinar terrenal, felizmente a la patria eterna. Amén.

    ORACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN PERSONAL

    Padre eterno, quiero consagrarme en el Espíritu Santo y ofrecerme a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, para ser un hijo tuyo cada vez más entregado y fiel.

    Madre María, yo, (nombre), me entrego hoy a tu Inmaculado Corazón. Acógeme bajo tu protección maternal y condúceme a tu Hijo Jesús.

    Señor Jesús, a través del Corazón Inmaculado de María me consagro y entrego a tu Sacratísimo Corazón. Haz que mi corazón sea imagen tu Corazón, para que tú vivas cada vez más en mí.

    Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, con esta consagración y entrega les devuelvo el Amor que me han demostrado en toda vuestra vida terrenal, especialmente en el Calvario, y que me siguen demostrando aún hoy. A la vez renuevo mi consagración bautismal al Dios trino: renuncio al pecado, al mal y a satanás; creo en todo lo que Dios nos ha revelado y tal como nos enseña la Santa Iglesia Católica.

    Prometo cumplir con el mandamiento de Jesús de Amar a Dios y al prójimo, de observar los Mandamientos y los preceptos de la Iglesia y de obrar de acuerdo con la doctrina del magisterio de la Iglesia conducida por el sucesor de San Pedro. Con esto quiero contribuir a la unidad y al crecimiento de la Iglesia. Prometo que rezaré con alegría el Santo Rosario ya sea solo, en familia o en otras comunidades y que, con la devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes, haré acto de reparación por mis pecados y por los pecados de toda la humanidad.

    Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, ayúdenme a que acoja el Evangelio en mi corazón y a que viva en la fe, en la esperanza y en la caridad. De esta manera Jesucristo, con su santa Cruz y su Resurrección, será para mí el Camino, la Verdad y la Vida. Que el Pan celestial sea mi alimento y que viva del sacrificio eucarístico, para ser capaz de vencer toda clase de mal y optar siempre por la vida.

    Lleno de confianza me refugio en el cobijo de vuestros amantes Corazones. Os ruego que me protejan en todos los peligros y condúzcanme, una vez acabado el peregrinar terrenal, felizmente a la patria eterna. Amén.


    ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONSAGRACIÓN PERSONAL


    Sacratísimo Corazón de Jesús, por medio del Inmaculado Corazón de María te ofrezco mis pensamientos, palabras y acciones del día de hoy.

    Que, por la intercesión de tu Santa Madre María, toda mi vida esté impregnada de Fe, Esperanza y Caridad.

    Así serás para mí, por tu cruz y tu resurrección, Camino, Verdad y Vida. Amén.



    ORACIÓN PARA LA PREPARACIÓN DE LA CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA




    Sacratísimo Corazón de Jesús, inmaculado Corazón de María, queremos consagrarnos y entregaros nuestras  personas.

    Os rogamos nos ayuden a que en el tiempo de preparación podamos comprender mejor el Amor que tenéis hacia cada uno de nosotros y que podamos devolver este amor con una oración más profunda y una vida más cristiana.

    Nos esmeraremos en rezar con gozo el Santo Rosario y adorar el Santísimo Sacramento. Nos esforzaremos a ser más fieles al Evangelio, a los Mandamientos y a los preceptos de la Santa Iglesia, especialmente al mandamiento del Amor a Dios y al prójimo.

    Participaremos de forma más activa en el sacrificio de la Santa Misa y de la devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes. Llenos de confianza nos refugiamos en el cobijo de Vuestros amantes Corazones.

    Protéjannos en todos los peligros y condúzcanos, una vez acabado el peregrinar terrenal, felizmente a la patria eterna. Amén.


    ORACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA

    Oh, Jesús y María, ustedes que, con San José vivieron en  familia, en Nazaret, conocen y les son caras todas las familias, también la nuestra

    Madre María, reina de la Familia, nuestra familia, unida en el amor, se  entrega  hoy a tu Inmaculado Corazón.  Acógenos en tu protección maternal y condúcenos a tu Hijo Jesús.

    Señor Jesús, reunidos en tu nombre, a través del Corazón Inmaculado de María nos consagramos y entregamos a tu sacratísimo Corazón. Haz que nuestros corazones sean semejantes a tu Corazón, para que tú vivas cada vez más entre nosotros.

    Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, (* las familias con hijos menores de edad agregan: muy especialmente les consagramos y les entregamos la educación de los hijos), ayúdennos a que cumplamos a conciencia con nuestras obligaciones, a vivir según los Mandamientos divinos y los preceptos de la Santa Iglesia, especialmente  el Mandamiento del Amor a Dios y al prójimo, a aceptar el Evangelio en nuestros corazones y a obrar de acuerdo con la doctrina del magisterio de la Iglesia, conducida por el sucesor de San Pedro.

    Queremos respetarnos mutuamente, tenernos paciencia, perdonarnos, llevar con Jesús fielmente nuestras cruces y esforzarnos por el amor que es capaz de dar la vida por los demás. Que no nos cerremos en nosotros mismos, que estemos atentos a las necesidades de los parientes y de las demás personas.

    Que nuestra familia,  Iglesia doméstica, sea una comunidad de gracia y de oración, una escuela de virtudes humanas y cristianas, especialmente de la del amor. Participaremos con gusto de la vida de la parroquia, iremos a la Santa Misa y en el sacramento de la Reconciliación haremos realidad la reconciliación con Dios y entre nosotros.

    Que el Pan de la Eucaristía haga de nosotros un solo cuerpo. Que la oración diaria familiar y personal sea el estímulo más fuerte para la aceptación de las responsabilidades que nos caben como familia cristiana.

    Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, protéjannos de toda clase de pecados. Prometemos muy especialmente que evitaremos los pecados contra la fe, la esperanza y la caridad, las blasfemias, los pecados contra la pureza, los pecados de la lengua y de la envidia, los pecados del odio y de toda maldad.

    Prometemos santificar los días del Señor. De buena gana rezaremos el Santo Rosario para la conversión de los pecadores y, con la devoción de los primeros viernes y de los primeros sábados de mes, haremos acto de reparación por todas las ofensas con las que os ofendemos nosotros y el mundo, alejado de Dios.

    Ayúdennos   a que vivamos siempre en gracia santificante y a que permanezcamos fieles hasta el fin a Ustedes dos. Concédannos que todos los miembros de nuestra familia alcancemos una vejez respetable y que gocemos un día con todos nuestros amigos de la alegría eterna en los cielos. Amén.


    ORACIÓN PARA DESPUÉS DE LA CONSAGRACIÓN FAMILIAR 

    Sacratísimo Corazón de Jesús, Inmaculado Corazón de María, nuestra familia se les ofrece con amor y les hace su entrega total.

    Quédense con nosotros y ayúdennos, para que cumplamos con el  mandamiento de Jesús, del Amor a Dios y al prójimo, que observemos los Mandamientos y los preceptos de la Santa Iglesia Católica y obremos conforme a la doctrina del magisterio de la Iglesia, conducida por el sucesor de San Pedro.

    De este modo podremos crecer en el amor mutuo y en la unidad. Inmaculado Corazón de María, condúcenos en el camino hacia Jesús.

    Sacratísimo Corazón de Jesús, sé nuestra vida y nuestra resurrección. Amén



    ACTO DE CONSAGRACIÓN
    AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA
    (Papa Pío XII)



    ¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano, vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes, seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos, sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.

    En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús, que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio, víctima de sus propias iniquidades.

    Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes, tantas en peligro de perderse eternamente.

    Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan, concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo. Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden se dilate el reino de Dios.

    Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

    Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos), y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.

    Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que sirven a Dios.

    Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo, también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes, pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos, de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor, de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad, la Vida y la Paz.


    ACTO DE REPARACIÓN
    AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA



    ¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Santísimo nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar, con este acto de amor y rendimiento que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias que se lanzan contra vuestro augusto nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia.

    Aceptad, ¡oh Corazón Inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento, junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, ¡oh Corazón amabilísimo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.

    Rezar tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia del Inmaculado Corazón de María, menospreciado por los hombres. Terminar con las siguientes jaculatorias:

    ¡Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros!

    Refugio de pecadores, rogad por nosotros.

    ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

    Avemaría, padrenuestro y gloria por las intenciones del Papa.



    VISITA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA




    ORACIÓN

    ¡Oh Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra; Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad y digno de toda la veneración y ternura de los Angeles y de los hombres; Corazón el más semejante al de Jesús, del cual sois la más perfecta imagen; Corazón lleno de bondad y que tanto os compadecéis de nuestras miserias, dignaos derretir el hielo de nuestros corazones, y haced que vuelvan a conformarse con el Corazón del Divino Salvador. Infundid en ellas el amor de vuestras virtudes; inflamadlos con aquel dichoso fuego en que Vos estáis ardiendo sin cesar. Encerrad en vuestro seno la santa Iglesia; custodiadla, sed siempre su dulce asilo y su inexpugnable torre contra toda incursión de sus enemigos. Sed nuestro camino para dirigirnos a Jesús, y el conducto por el cual recibamos todas las gracias necesarias para nuestra salvación. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestra fortaleza en las tentaciones, nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos los peligros; pero especialmente en los últimos combates de nuestra vida, a la hora de la muerte, cuando todo el infierno se desencadenará contra nosotros para arrebatar nuestras almas, en aquel formidable momento, en aquel punto terrible del cual depende nuestra eternidad. ¡Ah! Virgen piadosísima, hacednos sentir entonces la dulzura de vuestro maternal Corazón, y la fuerza de vuestro poder para con el de Jesús, abriéndonos en la misma fuente de la misericordia un refugio seguro, en donde podamos reunirnos para bendecirle con Vos en el paraíso por todos los siglos. Amén.

    Jaculatoria. Sea por siempre y en todas partes conocido, alabado, bendecido, amado, servido y glorificado el divinísimo Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. Así sea