TEMPLO DE SAN HIPOLITO
Imágenes religiosas
San Judas Tadeo-su vida
San Judas Tadeo un santo muy venerado en México
Oraciones a San Judas Tadeo
Novena a San Judas Tadeo
Oraciones en imágenes a San Judas Tadeo
Imágenes de San Judas Tadeo para manualidades
San Judas Tadeo en fofucha
San Judas Tadeo en porcelana fría y con limpiapipas
Centros de mesa de San Judas Tadeo
San Judas Tadeo en tela para recuerdos.
San Judas con bombones
San Judas Tadeo en punto de cruz
San Judas Tadeo en fieltro
Abanicos de San Judas Tadeo
Zona: Centro Histórico
Dirección: Paseo de la Reforma esq. Hidalgo
Metro: Hidalgo
El Templo de San Hipólito, localizado en el cruce del Paseo de la Reforma y Avenida Hidalgo, es un sitio de gran trascendencia histórica y cultural, constituyendo uno de los centros de peregrinaje religioso más importantes de la Ciudad de México.
Este templo fue edificado en el sitio donde los españoles sufrieron el mayor número de bajas registradas durante la Batalla de la Noche Triste, acontecida el 1 de julio de 1521, fecha en que los aztecas infligieron una de las principales derrotas militares a las tropas españolas al punto que estas estuvieron a punto de ser aniquilidas. Los sobrevivientes huyeron por la Calzada de Tacuba (hoy Puente de Alvarado) hasta refugiarse en un sitio conocido como el "Arbol de la Noche Triste" localizado a 4 km. al poniente. Tras la conquista de Tenochtitlan, en el espacio que hoy ocupa el Templo de San Hipólito se mandó edificar una ermita que conmemorara a los muertos en la batalla, iniciando en 1559 la edificación de un templo de mayor tamaño dentro de un conjunto que incluiría también un hospicio destinado a la atención a enfermos mentales concluyéndose su construcción a finales del siglo XVII.
El Templo de San Hipólito cuenta con dos esbeltas torres en su fachada principal que presentan la peculiaridad de estar giradas 45° con respecto al alineamiento del resto del edificio compuestas por tres cuerpos. El cuerpo inferior de dichas torres presenta una ornamentación a base de ajaracas, mientras que la parte media de los campanarios presenta un juego de columnas estípites en cantera gris de gran ligereza que culmina en un cuerpo superior nuevamente girado 45° de planta octagonal con profusión de ornamentos en piedra con motivos florales. La parte central de la fachada presenta una composición más sobria a base de molduras, nichos y tableros. La planta del templo esta resuelta en un esquema de cruz latina con un cúpula en el crucero y presenta en la fachada lateral una acabado de piedra tezontle sin recubrimiento.
Además de la riqueza arquitectónica del recinto, este templo es conocido por los habitantes de la ciudad como el Templo de San Judas Tadeo, debido a que en esta construcción se encuentra la imagen más venerada de este santo y su principal sitio de culto. Este santo es muy popular entre los mexicanos, los cuales le rezan para obtener ayuda principalmente en caso de desempleo y problemas económicos.
Redacción AM 28 oct 2013 - 20:17 CET
José Sánchez López/ Especial para Al Momento Noticias
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de octubre (Al Momento Noticias).- Fe y fanatismo, devoción y comercio, rezos y blasfemias, bendiciones y mentadas, feligreses y mercaderes; se entremezclan desde muy temprana la mañana entre los miles de fieles que acuden a rendirle tributo cada día 28 de cada mes al santo más venerado: San Judas Tadeo.
“UNO DE LOS DOCE”: indica una imagen de un lienzo de varios metros que pende de los muros del templo de los mártires San Hipólito y San Casiano que terminaron siendo desplazados por “El Santo de las Causas Difíciles” y cuya celebración en grande fue ayer lunes 28 de octubre; “La Fiesta Grande”.
La cita donde se congrega la mayoría de los devotos de San Juditas, como le llaman coloquialmente, y a quien lo mismo veneran que respetan y temen (porque dicen que cuando se enoja, hay que tener cuidado), de manera extraña no es en el templo donde realmente se le venera como El Santo Patrono, sino
en la iglesia de San Hipólito y San Casiano, dos mártires de los tiempos de la conquista, a quienes se les nombro patronos de “La muy noble, insigne y leal Ciudad de México”.
Este recinto católico, que data de 1581, edificado sobre los cimientos de la antigua “Ermita de los Mártires”, se encuentra en la manzana que conforman las calles de Hidalgo, Héroes, San Fernando y Zarco, en la colonia Guerrero, aunque cada día 28 es necesario acordonar el frente de la construcción con cercas metálicas, en una superficie mínima de 100 metros en derredor y cercar las inmediaciones, por lo que parte de la avenida Reforma, Hidalgo y otras avenidas, aledañas se ven afectadas seriamente en su circulación.
La iglesia donde realmente el Santo Patrono es San Judas Tadeo, es decir su casa, se localiza en la esquina de avenida Politécnico y Poniente 110, en la colonia Capultitlán, perímetro de la delegación Gustavo A Madero, sitio donde también se dan cita miles de feligreses, aunque no en la misma cantidad que en “San Juditas”, en Reforma, en pleno corazón de la Ciudad de México.
Esta iglesia, de construcción modernista, es de la década de los cincuentas y, al menos en su aspecto exterior, se ve abandonada, maltratada, con los vitrales sucios, los techos ajados que requieren urgentemente de impermeabilización y los muros de pintura, además de que la afluencia de visitantes es mucho menor que la que se aprecia en la colonia Guerrero.
A juicio de uno de los cuicacoches de dicho sitio, que afirma que esos días “son los buenos”, acude más gente a San Hipólito: “Porque ahí de veras está la banda, la rata, “imagínate, la Guerrero, Tepito, el Centro Histórico, Garibaldi y ahora hasta los judiciales que ya se lo enchalecaron venimos cada 28 a pedirle al Patrón…¿Sí o no está la ratota?”.
Pero si bien el templo de los “Mártires de la Ermita” es de los tiempos de la conquista, la presencia de San Judas Tadeo, tiene solamente 43 años en esa iglesia y 25 de haber sido subido al Altar Mayor, para pasar de ser un “huésped”, es decir invitado especial a Santo Patrono, para rendirle culto especial, ya que todo gira en torno a “San Juditas”, como suelen llamarle los millones de fieles que cada 28, pero principalmente el 28 de octubre abarrotan el templo.
En el año de 1740 se concluyó la construcción del templo, que fue edificado en el sitio donde los españoles sufrieron su peor derrota, para huir después hacia Tlacopan (Tacuba), donde el conquistador Hernán Cortés lloró su “Noche Triste”. Por diversas causas y en diferentes intervalos, algunos años estuvo cerrado al culto, hasta que finalmente a fines del siglo XIX fue entregado a los Misioneros Claretianos.
Empero, fue hasta finales de la década de los setentas, ya en pleno siglo XX, cuando San Judas Tadeo llegó al templo de San Hipólito, aunque sólo ocupaba uno de tantos espacios destinado para los demás santos que se acostumbra ver en las iglesias, pero todavía no en el altar mayor.
Con el paso del tiempo, la veneración de muchísima gente a San Judas Tadeo, se fue haciendo más intensa, de tal suerte que en 1982, uno de los altos miembros de los Misioneros Claretianos decidió que su imagen fuera ya colocada en el Altar Mayor., pero no al centro, sino en el lado izquierdo, visto de frente el altar. Años después, sería finalmente llevado al centro del Altar Mayor.
La celebración de todos los días 28, no es porque sea la fecha de su nacimiento, sino de su sacrificio, ya que se sabe que San Judas Tadeo, (cuyo nombre significa: “Alabado sea Dios y valiente para proclamar su fe”), y el apóstol San Simón, fueron presos y martirizados en Persia, donde predicaron el cristianismo y fue el 28 de octubre, ya en los años sesentas de nuestra era, cuando les dieron muerte, aunque no se establece con precisión en que año fueron sacrificados.
Según las Sagradas Escrituras, San Judas Tadeo es mucho muy milagroso e intercesor directo con Nuestro Señor Jesucristo, dado que es su primo hermano, pues era hijo de Alfeo Cleofás, hermano del Señor San José y de Miriam Antera, hermana de San Joaquín, padre de la Virgen María.
De tal suerte, se dice que es él quien puede interceder directamente ante Jesucristo para cualquier petición, aunque también se advierte que si se le promete algo lo mejor es cumplirle, “porque tiene fama de castigador cuando no se le cumple”.
Se dice, entre los mismos devotos, que es protector de ladrones y suripantas, aunque, a juicio de clérigos, no hay ninguna base para afirmar tal aseveración, sin embargo es común que los días que se le festeja, los dos templos donde se le venera son visitados por personajes de toda laya.
Uno de los mitos que circula entre la gente, aunque para los sacerdotes no es cierto ni tiene validez alguna, es el hecho de que para que realmente sea milagroso y cumpla con todo lo que se le pida, se deben de tener en casa tres “San Juditas”: uno regalado, otro comprado y el tercero robado, versión desmentida por los mismos capellanes de los templos.
El día de su festejo, es normal observar a hombres, mujeres, niños y niñas y hasta bebés, ataviados con la túnica de San Judas Tadeo. Rostros patibularios de verdaderos lacras, chavos banda, pero eso sí, muy devotos, también lucen el hábito de San Judas Tadeo y cargan pesadas imágenes o pedestales con su “San Juditas”.
Obreros, amas de casa, uno que otro figurín trajeado y de corbata y miles de personajes, todos cargando a San Juditas, bien de bulto o cuando menos, su imagen en llaveros, estampas o en diminutas figuras dentro de cápsulas de plástico, acuden de todas partes de la República a rendirle tributo a su Santo Patrono.
En la interminable romería que comienza desde que empieza a clarear el día y concluye hasta casi la medianoche –en la fiesta principal se prolonga hasta la madrugada del siguiente día–, se celebran misas cada hora, los devotos, en el caso de los amigos de lo ajeno, van a pedir que les vaya bien en su “trabajo”, es decir que los ayude a delinquir o bien a dar gracias porque luego de consumar algún ilícito no los atraparon.
Y al igual que en el tiempo en que Jesús fustigó y corrió a los mercaderes que inundaron el templo, decenas de comerciantes de todo, abarrotan las dos iglesias, principalmente la de Hidalgo, con decenas de puestos de artículos religiosos y no menos de 150 más, de comida, antojitos, dulces, artesanías, fayuca, piratería, flores, ropa, zapatos, etcétera.
En las inmediaciones de dicha iglesia, se observan a tripulantes de patrullas y unidades de emergencia médica, ya que es común que se requiera su intervención por algún insolado, caído o accidentado o bien por alguien que trata de aprovechar las aglomeraciones para obtener alguna ganancia, aunque no sea legal.
A la entrada del templo de la Guerrero, se observa a una señora grande, humilde, que, a diferencia de numerosos pedigüeños, ella no va a pedir, sino a regalar: tortas, agua, tiempo limosna y a pedir por todos los demás, en agradecimiento por un favor recibido de San Juditas, “más venerado que todos los santos, pues a él se le festeja cada mes y no cada año”, afirma la mujer que se niega a dar su nombre.
Los días 28, son los que mayor número de juramentos de alcohólicos se registran, aunque todos los días los hay, por parte de muchísima gente, entre hombres y mujeres adultos, aunque a últimas fechas de muchos menores de edad que prometen no volver a beber, consumir drogas o delinquir.o que los buenos muchas veces resultan más malos que los malos, como es el caso de los agentes judiciales que se adjudicaron su protección, bajo el argumento de que a ellos también les dicen “judas”, derivado del término “judicial” que hizo que lo tomaran como su protector.
Al respecto, los fieles de San Juditas, que no pertenecen a la policía, hacen la aclaración de que quizá si pueda ser Judas el protector de los “perjudiciales”, pero en todo caso su santo tendría que ser Judas Iscariote, “el que traicionó al Señor” y no San Judas Tadeo, ya que es de todos conocida la peculiar manera de conducirse de la mayoría de “La Tira”, como es llamada la policía en todas sus facetas.
Al respecto, el pasado 28 de octubre, ocurrió una anécdota entre buenos y malos, que, evidentemente, revela que alguien no cumplió con lo que había prometido y San Juditas le aplicó el merecido castigo:
Resulta que Sergio Garibay Pérez, de 27 años de edad, con dos ingresos, uno al Reclusorio Sur y otro al Oriente por los delitos de robo, acudió al templo de San Hipólito vestido como San Judas Tadeo. Fue “a dar gracias”, porque le habían salido bien dos de sus trabajos: un robo a un local de celulares y otro a un café internet, ambos en la colonia Lindavista.
Para consumar sus hurtos, le acompañaron dos menores: “El Pulga” y “La Peque”, cuya pequeña estatura era aprovechada por el ladrón para introducirlos a los establecimientos por cualquier espacio por reducido que fuera y una vez en el interior, le abrieran o le pasaran los objetos de valor.
Para su mala fortuna, el mismo día que fue a dar gracias, la pareja de agentes judiciales a los que les tocó investigar los dos robos, acudieron también a la iglesia, dado que era día de San Juditas y como Sergio ya había estado en la cárcel, además de que hubo quien lo reconociera, los “judas” lo identificaron de inmediato y con todo y túnica, cuando salía del templo lo detuvieron y lo remitieron ante el Ministerio Público.
Ahora, se encuentra sujeto a un tercer juicio y preso en una cárcel que no conocía, el Reclusorio Norte, pero ya sin derecho a libertad condicional, dada su reincidencia, además de las pruebas aportadas por los judiciales que, seguramente, estos sí, regresaron a dar gracias a su protector.
Tanto en uno como en otro templo, se aprecian retablos o cientos de milagros por los favores concedidos, así como muchísimas veladoras que tienen que retirar los encargados del templo por cuestión de espacio, mismo que es más reducido en San Hipólito.
Ambas iglesias, cuentan con personal de seguridad, mantenimiento y vigilancia y de hecho, los días 28, los seguidores de San Judas son prácticamente “entorilados”, como en una plaza de toros, para que entren y salgan del templo a la mayor brevedad posible, ya que son cientos de miles los que van a postrarse ante San Judas Tadeo y año con año aumentan los fieles.
Pero si todos los días la afluencia de devotos resulta copiosa, los días 28 de cada mes impera la locura y el 28 de octubre, aquello se convierte en un pandemónium, donde, como de costumbre, los que obtienen mayores beneficios son los mercaderes de la fe.
Así, entre buenos y malos, comerciantes, ladrones, policías, trabajadoras sexuales, devotos, feligreses, limosneros y estafadores que intentan colgarle a los fieles estampitas, rosarios, escapularios y demás objetos, la imagen que predomina en ambos templos, es precisamente la de San Judas Tadeo, aunque ahora ya pueden observarse otras dos imágenes que cobran vigencia y aumentan cada día.
Se trata de “La Niña Blanca” o “La Santa Muerte”, como le llaman o hasta el patrono de los narcotraficantes, Jesús Valverde, cuyo busto se observan ya en los puestos de artículos religiosos y son ofertados por los nada católicos comerciantes a módicos precios, dicen, “porque ellos también hacen muchos milagros”, afirman.
No obstante, para los devotos seguidores de San Juditas, nadie, absolutamente nadie, puede desbancar a San Judas Tadeo, cuyo poder ninguno pone en duda y del que da muestras no cada año, sino cada mes y no nada más en sus dos iglesias, sino en todos los demás templos católicos, donde es infaltable la imagen de San Judas Tadeo.
www.almomentonoticias.mx
Una de las expresiones de la religiosidad del DF más enigmáticas es el culto que se dedica a San Judas Tadeo. El día 28 de cada mes la Iglesia de San Hipólito (Hidalgo 107, colonia Centro, a espaldas de la Alameda) se llena de fieles que llegan en peregrinación de todas las zonas de la ciudad, aunque nunca como el 28 de octubre, día de la fiesta mayor del santo, cuando estas visitas son verdaderamente masivas.
El culto a San Judas es relativamente reciente. De hecho, como dijimos, la principal iglesia donde se le venera se consagró originalmente a San Hipólito, quien a su vez fue elegido como santo patrono de la ciudad de México y protector del primer manicomio de la Colonia. Sin embargo, en algún momento de finales del siglo XX, San Judas comenzó a ganar preeminencia en el santuario por razones que todavía no se han explicado cabalmente.
¿Hay un vínculo entre la advocación de San Judas, patrón de las causas imposibles, y el origen socioeconómico compartido por la mayoría de sus fieles? San Judas recibe la veneración, en buena medida, de las clases marginadas, jóvenes en una buena proporción (lo cual no parece casual para el momento histórico en que se encuentra nuestro país), obreros, y a veces también delincuentes de delitos menores como robo en su modalidad taloneo. ¿Es que vivir en esta ciudad es, eventualmente, una causa imposible que para lograrse necesita de la intercesión divina?
Aquí no tenemos la respuesta, pero en todo caso aprovechamos la ocasión para hacer notar (si había pasado desapercibido) este que es uno de los elementos más singulares de la vida diaria en la ciudad.
Imagen: Jair Cabrera Torres / flickr
José Sánchez López/ Especial para Al Momento Noticias
CIUDAD DE MÉXICO, 28 de octubre (Al Momento Noticias).- Fe y fanatismo, devoción y comercio, rezos y blasfemias, bendiciones y mentadas, feligreses y mercaderes; se entremezclan desde muy temprana la mañana entre los miles de fieles que acuden a rendirle tributo cada día 28 de cada mes al santo más venerado: San Judas Tadeo.
“UNO DE LOS DOCE”: indica una imagen de un lienzo de varios metros que pende de los muros del templo de los mártires San Hipólito y San Casiano que terminaron siendo desplazados por “El Santo de las Causas Difíciles” y cuya celebración en grande fue ayer lunes 28 de octubre; “La Fiesta Grande”.
La cita donde se congrega la mayoría de los devotos de San Juditas, como le llaman coloquialmente, y a quien lo mismo veneran que respetan y temen (porque dicen que cuando se enoja, hay que tener cuidado), de manera extraña no es en el templo donde realmente se le venera como El Santo Patrono, sino
en la iglesia de San Hipólito y San Casiano, dos mártires de los tiempos de la conquista, a quienes se les nombro patronos de “La muy noble, insigne y leal Ciudad de México”.
Este recinto católico, que data de 1581, edificado sobre los cimientos de la antigua “Ermita de los Mártires”, se encuentra en la manzana que conforman las calles de Hidalgo, Héroes, San Fernando y Zarco, en la colonia Guerrero, aunque cada día 28 es necesario acordonar el frente de la construcción con cercas metálicas, en una superficie mínima de 100 metros en derredor y cercar las inmediaciones, por lo que parte de la avenida Reforma, Hidalgo y otras avenidas, aledañas se ven afectadas seriamente en su circulación.
La iglesia donde realmente el Santo Patrono es San Judas Tadeo, es decir su casa, se localiza en la esquina de avenida Politécnico y Poniente 110, en la colonia Capultitlán, perímetro de la delegación Gustavo A Madero, sitio donde también se dan cita miles de feligreses, aunque no en la misma cantidad que en “San Juditas”, en Reforma, en pleno corazón de la Ciudad de México.
Esta iglesia, de construcción modernista, es de la década de los cincuentas y, al menos en su aspecto exterior, se ve abandonada, maltratada, con los vitrales sucios, los techos ajados que requieren urgentemente de impermeabilización y los muros de pintura, además de que la afluencia de visitantes es mucho menor que la que se aprecia en la colonia Guerrero.
A juicio de uno de los cuicacoches de dicho sitio, que afirma que esos días “son los buenos”, acude más gente a San Hipólito: “Porque ahí de veras está la banda, la rata, “imagínate, la Guerrero, Tepito, el Centro Histórico, Garibaldi y ahora hasta los judiciales que ya se lo enchalecaron venimos cada 28 a pedirle al Patrón…¿Sí o no está la ratota?”.
Pero si bien el templo de los “Mártires de la Ermita” es de los tiempos de la conquista, la presencia de San Judas Tadeo, tiene solamente 43 años en esa iglesia y 25 de haber sido subido al Altar Mayor, para pasar de ser un “huésped”, es decir invitado especial a Santo Patrono, para rendirle culto especial, ya que todo gira en torno a “San Juditas”, como suelen llamarle los millones de fieles que cada 28, pero principalmente el 28 de octubre abarrotan el templo.
En el año de 1740 se concluyó la construcción del templo, que fue edificado en el sitio donde los españoles sufrieron su peor derrota, para huir después hacia Tlacopan (Tacuba), donde el conquistador Hernán Cortés lloró su “Noche Triste”. Por diversas causas y en diferentes intervalos, algunos años estuvo cerrado al culto, hasta que finalmente a fines del siglo XIX fue entregado a los Misioneros Claretianos.
Empero, fue hasta finales de la década de los setentas, ya en pleno siglo XX, cuando San Judas Tadeo llegó al templo de San Hipólito, aunque sólo ocupaba uno de tantos espacios destinado para los demás santos que se acostumbra ver en las iglesias, pero todavía no en el altar mayor.
Con el paso del tiempo, la veneración de muchísima gente a San Judas Tadeo, se fue haciendo más intensa, de tal suerte que en 1982, uno de los altos miembros de los Misioneros Claretianos decidió que su imagen fuera ya colocada en el Altar Mayor., pero no al centro, sino en el lado izquierdo, visto de frente el altar. Años después, sería finalmente llevado al centro del Altar Mayor.
La celebración de todos los días 28, no es porque sea la fecha de su nacimiento, sino de su sacrificio, ya que se sabe que San Judas Tadeo, (cuyo nombre significa: “Alabado sea Dios y valiente para proclamar su fe”), y el apóstol San Simón, fueron presos y martirizados en Persia, donde predicaron el cristianismo y fue el 28 de octubre, ya en los años sesentas de nuestra era, cuando les dieron muerte, aunque no se establece con precisión en que año fueron sacrificados.
Según las Sagradas Escrituras, San Judas Tadeo es mucho muy milagroso e intercesor directo con Nuestro Señor Jesucristo, dado que es su primo hermano, pues era hijo de Alfeo Cleofás, hermano del Señor San José y de Miriam Antera, hermana de San Joaquín, padre de la Virgen María.
De tal suerte, se dice que es él quien puede interceder directamente ante Jesucristo para cualquier petición, aunque también se advierte que si se le promete algo lo mejor es cumplirle, “porque tiene fama de castigador cuando no se le cumple”.
Se dice, entre los mismos devotos, que es protector de ladrones y suripantas, aunque, a juicio de clérigos, no hay ninguna base para afirmar tal aseveración, sin embargo es común que los días que se le festeja, los dos templos donde se le venera son visitados por personajes de toda laya.
Uno de los mitos que circula entre la gente, aunque para los sacerdotes no es cierto ni tiene validez alguna, es el hecho de que para que realmente sea milagroso y cumpla con todo lo que se le pida, se deben de tener en casa tres “San Juditas”: uno regalado, otro comprado y el tercero robado, versión desmentida por los mismos capellanes de los templos.
El día de su festejo, es normal observar a hombres, mujeres, niños y niñas y hasta bebés, ataviados con la túnica de San Judas Tadeo. Rostros patibularios de verdaderos lacras, chavos banda, pero eso sí, muy devotos, también lucen el hábito de San Judas Tadeo y cargan pesadas imágenes o pedestales con su “San Juditas”.
Obreros, amas de casa, uno que otro figurín trajeado y de corbata y miles de personajes, todos cargando a San Juditas, bien de bulto o cuando menos, su imagen en llaveros, estampas o en diminutas figuras dentro de cápsulas de plástico, acuden de todas partes de la República a rendirle tributo a su Santo Patrono.
En la interminable romería que comienza desde que empieza a clarear el día y concluye hasta casi la medianoche –en la fiesta principal se prolonga hasta la madrugada del siguiente día–, se celebran misas cada hora, los devotos, en el caso de los amigos de lo ajeno, van a pedir que les vaya bien en su “trabajo”, es decir que los ayude a delinquir o bien a dar gracias porque luego de consumar algún ilícito no los atraparon.
Y al igual que en el tiempo en que Jesús fustigó y corrió a los mercaderes que inundaron el templo, decenas de comerciantes de todo, abarrotan las dos iglesias, principalmente la de Hidalgo, con decenas de puestos de artículos religiosos y no menos de 150 más, de comida, antojitos, dulces, artesanías, fayuca, piratería, flores, ropa, zapatos, etcétera.
En las inmediaciones de dicha iglesia, se observan a tripulantes de patrullas y unidades de emergencia médica, ya que es común que se requiera su intervención por algún insolado, caído o accidentado o bien por alguien que trata de aprovechar las aglomeraciones para obtener alguna ganancia, aunque no sea legal.
A la entrada del templo de la Guerrero, se observa a una señora grande, humilde, que, a diferencia de numerosos pedigüeños, ella no va a pedir, sino a regalar: tortas, agua, tiempo limosna y a pedir por todos los demás, en agradecimiento por un favor recibido de San Juditas, “más venerado que todos los santos, pues a él se le festeja cada mes y no cada año”, afirma la mujer que se niega a dar su nombre.
Los días 28, son los que mayor número de juramentos de alcohólicos se registran, aunque todos los días los hay, por parte de muchísima gente, entre hombres y mujeres adultos, aunque a últimas fechas de muchos menores de edad que prometen no volver a beber, consumir drogas o delinquir.o que los buenos muchas veces resultan más malos que los malos, como es el caso de los agentes judiciales que se adjudicaron su protección, bajo el argumento de que a ellos también les dicen “judas”, derivado del término “judicial” que hizo que lo tomaran como su protector.
Al respecto, los fieles de San Juditas, que no pertenecen a la policía, hacen la aclaración de que quizá si pueda ser Judas el protector de los “perjudiciales”, pero en todo caso su santo tendría que ser Judas Iscariote, “el que traicionó al Señor” y no San Judas Tadeo, ya que es de todos conocida la peculiar manera de conducirse de la mayoría de “La Tira”, como es llamada la policía en todas sus facetas.
Al respecto, el pasado 28 de octubre, ocurrió una anécdota entre buenos y malos, que, evidentemente, revela que alguien no cumplió con lo que había prometido y San Juditas le aplicó el merecido castigo:
Resulta que Sergio Garibay Pérez, de 27 años de edad, con dos ingresos, uno al Reclusorio Sur y otro al Oriente por los delitos de robo, acudió al templo de San Hipólito vestido como San Judas Tadeo. Fue “a dar gracias”, porque le habían salido bien dos de sus trabajos: un robo a un local de celulares y otro a un café internet, ambos en la colonia Lindavista.
Para consumar sus hurtos, le acompañaron dos menores: “El Pulga” y “La Peque”, cuya pequeña estatura era aprovechada por el ladrón para introducirlos a los establecimientos por cualquier espacio por reducido que fuera y una vez en el interior, le abrieran o le pasaran los objetos de valor.
Para su mala fortuna, el mismo día que fue a dar gracias, la pareja de agentes judiciales a los que les tocó investigar los dos robos, acudieron también a la iglesia, dado que era día de San Juditas y como Sergio ya había estado en la cárcel, además de que hubo quien lo reconociera, los “judas” lo identificaron de inmediato y con todo y túnica, cuando salía del templo lo detuvieron y lo remitieron ante el Ministerio Público.
Ahora, se encuentra sujeto a un tercer juicio y preso en una cárcel que no conocía, el Reclusorio Norte, pero ya sin derecho a libertad condicional, dada su reincidencia, además de las pruebas aportadas por los judiciales que, seguramente, estos sí, regresaron a dar gracias a su protector.
Tanto en uno como en otro templo, se aprecian retablos o cientos de milagros por los favores concedidos, así como muchísimas veladoras que tienen que retirar los encargados del templo por cuestión de espacio, mismo que es más reducido en San Hipólito.
Ambas iglesias, cuentan con personal de seguridad, mantenimiento y vigilancia y de hecho, los días 28, los seguidores de San Judas son prácticamente “entorilados”, como en una plaza de toros, para que entren y salgan del templo a la mayor brevedad posible, ya que son cientos de miles los que van a postrarse ante San Judas Tadeo y año con año aumentan los fieles.
Pero si todos los días la afluencia de devotos resulta copiosa, los días 28 de cada mes impera la locura y el 28 de octubre, aquello se convierte en un pandemónium, donde, como de costumbre, los que obtienen mayores beneficios son los mercaderes de la fe.
Así, entre buenos y malos, comerciantes, ladrones, policías, trabajadoras sexuales, devotos, feligreses, limosneros y estafadores que intentan colgarle a los fieles estampitas, rosarios, escapularios y demás objetos, la imagen que predomina en ambos templos, es precisamente la de San Judas Tadeo, aunque ahora ya pueden observarse otras dos imágenes que cobran vigencia y aumentan cada día.
Se trata de “La Niña Blanca” o “La Santa Muerte”, como le llaman o hasta el patrono de los narcotraficantes, Jesús Valverde, cuyo busto se observan ya en los puestos de artículos religiosos y son ofertados por los nada católicos comerciantes a módicos precios, dicen, “porque ellos también hacen muchos milagros”, afirman.
No obstante, para los devotos seguidores de San Juditas, nadie, absolutamente nadie, puede desbancar a San Judas Tadeo, cuyo poder ninguno pone en duda y del que da muestras no cada año, sino cada mes y no nada más en sus dos iglesias, sino en todos los demás templos católicos, donde es infaltable la imagen de San Judas Tadeo.
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¿PORQUE ES TAN POPULAR SAN JUDAS TADEO
EN MEXICO?
Una de las expresiones de la religiosidad del DF más enigmáticas es el culto que se dedica a San Judas Tadeo. El día 28 de cada mes la Iglesia de San Hipólito (Hidalgo 107, colonia Centro, a espaldas de la Alameda) se llena de fieles que llegan en peregrinación de todas las zonas de la ciudad, aunque nunca como el 28 de octubre, día de la fiesta mayor del santo, cuando estas visitas son verdaderamente masivas.
El culto a San Judas es relativamente reciente. De hecho, como dijimos, la principal iglesia donde se le venera se consagró originalmente a San Hipólito, quien a su vez fue elegido como santo patrono de la ciudad de México y protector del primer manicomio de la Colonia. Sin embargo, en algún momento de finales del siglo XX, San Judas comenzó a ganar preeminencia en el santuario por razones que todavía no se han explicado cabalmente.
¿Hay un vínculo entre la advocación de San Judas, patrón de las causas imposibles, y el origen socioeconómico compartido por la mayoría de sus fieles? San Judas recibe la veneración, en buena medida, de las clases marginadas, jóvenes en una buena proporción (lo cual no parece casual para el momento histórico en que se encuentra nuestro país), obreros, y a veces también delincuentes de delitos menores como robo en su modalidad taloneo. ¿Es que vivir en esta ciudad es, eventualmente, una causa imposible que para lograrse necesita de la intercesión divina?
Aquí no tenemos la respuesta, pero en todo caso aprovechamos la ocasión para hacer notar (si había pasado desapercibido) este que es uno de los elementos más singulares de la vida diaria en la ciudad.
Imagen: Jair Cabrera Torres / flickr