Los otros mártires beatificados fueron: Luis Padilla Gómez, (1899-1927), quien fue presidente de la ACJM y de la Unión Popular; apoyó el boicot económico y trabajó con Anacleto González Flores en las Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. Él fue apresado el 1 de abril de 1927 y conducido al cuartel “Colorado” donde se encontró con Anacleto González, José Ramón y Florencio Vargas González; todos ellos fueron torturados y fusilados.
Miguel Gómez Loza (1888-1928) formó parte del Partido Católico Nacional; impulso varias obras sociales entre ellas una caja de ahorro para campesinos, una cooperativa de consumo y círculos de estudio. Fue encarcelado varias veces. El Papa Pio XI le concedió la medalla Cruz Pro Eclesia et Pontifice y a su amigo Anacleto González Flores.
Forman parte de este grupo, dos hermanos:
José Luciano Ezequiel Huerta Gutiérrez (1876-1927) y Salvador Huerta Gutiérrez (1880-1927). El primero era cantor en los templos y el segundo mecánico. Prestaron ayuda a la Iglesia en los tiempos de persecución, y ambos asistieron al entierro de Anacleto González Flores.
Otros dos hermanos fueron:
Jorge Ramón Vargas González (1899-1927) y Ramón Vicente Vargas González (1905-1927). Los dos pertenecían a la ACJM, y ocultaban a sacerdotes que eran perseguidos. Acusados de ocultar a Anacleto González Flores fueros apresados.
Luis Magaña Servín (1902-1928) Proporcionaba alimentos y ropa a los cristeros, aunque nunca empuño un arma; los militares lo buscaron y él mismo se entregó. Fue fusilado.
San José Sánchez del Río (1913-1928) del grupo de 13 beatos laicos, él es el único que ya fue declarado santo, por el Papa Francisco, y es un vivo ejemplo de santidad y valor para la infancia.
Los mártires de San Joaquín. Se trata de dos sacerdotes: Trinidad Rangel (1887-1927y Andrés Sola (1895-1927, quien nació en España, y de un laico: Leonardo Pérez Larios; los tres fueron fusilados en el Rancho San Joaquín, falsamente acusados de haber asaltado el tren de Guadalajara.
El Padre Darío Acosta Zurita nació en Veracruz en 1908 y fue asesinado el 25 de julio de 1931, por odio a la fe, después de haber bautizado a un niño en la Iglesia Parroquial del Puerto, donde fue sepultado.
Estos mártires beatificados vinieron a enriquecer nuestro santoral, pues a la fecha, han más de 50 mexicanos en los altares.