Vos, que habéis mostrado siempre una predilección particular por los niños, no permitáis que este torrente de iniquidad que se derrama sobre la tierra corrompa irreparablemente las excelentes disposiciones de sus almas. Acordaos que ellos son vuestra herencia más amada, y que en unión con vuestro divino Hijo, os han costado un altísimo precio, que vuestro Corazón Inmaculado se digne tomarlos bajo vuestro patrocinio, los confirme en la inocencia y sobre todo que la humanidad se convierta en su particular refugio y providencia, que vuestro Corazón les obtenga las gracias divinas, especialmente la de la fidelidad a la Verdad Divina, y haga que a su imagen, el fuego que encienda en sus corazones no se apague ni se manche jamás. Amén.
¡Nuestra Señora de Guadalupe, preservad a los niños!
¡Santificad a los niños!
¡Salvad a los niños!