Datos, historias y hechos alrededor de la Basílica de Guadalupe

Insigne y Nacional Basílica de Santa María de Guadalupe
Fotos de la Basílica en distintos momentos
Datos, historias y hechos alrededor de la Basílica de Guadalupe




1. La construcción de la actual Basílica de Guadalupe comenzó en 1974 y tomó hasta el 12 de octubre de 1976 para su inauguración.

2. Ocupa un área de 10 mil metros cuadrados, convirtiéndola en el más grande recinto de la devoción católica en México

3. Fue construida con hormigón armado para la estructura de la cubierta y con láminas de cobre para su recubrimiento.

4. En su diseño intervinieron varios arquitectos: José Luis Benlliure, Pedro Ramírez Vázquez, Alejandro Schoenhofer, fray Gabriel Chávez de la Mora y Javier García Lascuráin.

5. Su forma circular pretende simbolizar la carpa que alberga el Arca de la Alianza en su marcha por el desierto, aunque la tradición y los fieles señalan que es el manto de la Virgen que da cobijo a sus fieles.

6. Su capacidad interior contempla aproximadamente a 10 mil personas, ubicadas en las nueve capillas superiores y en la central; es la misma que la del Auditorio Nacional.

7. El edificio tiene siete entradas. Al frente hay una capilla al aire libre, que recuerda los atrios de las iglesias del siglo XVI.

8. El mural del interior, creado en 1980, es obra de Pedro Medina Guzmán, y su nombre es El regalo de la Resurrección.

9. Al interior se encuentra también un museo que alberga una amplia colección de piezas de arte novohispano.

10. Es el segundo recinto mariano más visitado del mundo, superado únicamente por la Basílica de San Pedro en la ciudad del Vaticano, puesto que recibe cerca de 30 millones de devotos y 10 millones de visitantes no religiosos cada año.

11. El Papa Juan Pablo II la visitó en 1979 y en 1990 para la beatificación de San Juan Diego, y en 2016 el Papa Francisco ofició una misa en ella

12. En el sótano de la basílica se encuentran las criptas, con más de 15 mil nichos y 10 capillas. En esta área encontraremos la imagen original de la Virgen de Guadalupe. La cual quedó impresa en el tejido que portaba Juan Diego hecho con fibras de maguey. (Los ayates, eran usados por los indios para acarrear cosas).

En el interior de este templo, caben 10 mil personas ubicadas en la parte central y en las nueve capillas del piso superior. Desde la capilla abierta del segundo piso, el número de asistentes aumenta a un total de 50 mil.



1. Biblioteca Lorenzo Boturini
En el quinto piso de la nueva Basílica se encuentra esta amplia biblioteca que mide alrededor de 386 metros cuadrados y se especializa en la historia de la Virgen de Guadalupe. Es la más completa en su género y alberga cerca de 23 mil volúmenes, incluyendo el archivo histórico y musical.

El 90 por ciento de los cientos de libros están escritos en español, mientras que el otro nueve por ciento restante en inglés.

Se inauguró en 1942 en la antigua basílica, con un total de 1,192 libros, cantidad que, con el paso de los años, se ha incrementado gracias al esfuerzo de sus encargados.

En reconocimiento al arduo trabajo y al cariño que tuvo a la Virgen de Guadalupe, la biblioteca lleva el nombre del célebre historiador Italiano Lorenzo Boturini Benaducci, Señor de la Torre y de Hono, quien realizó una extensa recopilación de documentos referentes a la Virgen.

En ella se encuentran documentos como “Idea de una Historia General de la América Septentrional” y “Catálogo Indiano”, además de algunos manuscritos de los muchos que Boturini reunió en 1740 con el fin de coronar a la Virgen, en el cual fracasó, a tal grado que fue deportado y se le decomisó todo su archivo indiano.

La escultura de un barco en el Cerro del Tepeyac
Anclar nos refiere a un término náutico, el de asegurar una embarcación con un ancla contra “el ímpetu de los vientos”, apunta la Real Academia Española en 1770; pero también significa arraigarse a un lugar, como el navío de piedra ubicado al oriente del cerro del Tepeyac que “está todavía anclado sobre la elevada roca aunque el viento va ya para más de cien años que hinche sus velas”, escribió el comerciante y viajero alemán C. C. Becher a su esposa el 28 de diciembre de 1832, cuando visitó el santuario de la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México.

Becher desempeñó el cargo de inspector de la Compañía Renana Indooccidental de Elberfeld durante su estancia en México entre enero de 1832 y abril de 1833, tiempo que aprovechó para realizar excursiones en los alrededores de la capital del país. Este viajero fue uno de los primeros extranjeros en mencionar la existencia del monumento votivo y relatar la historia de su construcción, que hasta ese momento desafiaba “el diente destructor del tiempo”.

Los relatos del naufragio
Cabe mencionar que Becher no fue el único que plasmó el relato del naufragio en sus cartas, hubo otros viajeros que también lo asentaron, pero existe una diferencia sustancial entre las versiones: en la de este viajero alemán, el protagonista principal, el hombre que hace la promesa a la Virgen de Guadalupe, lo hace desde tierra.

A Becher le fue contado que un rico comerciante de México esperaba de tiempo atrás el retorno de su hijo embarcado en Cádiz (España). Ante la tardanza de su llegada, comenzó a temer que una desgracia en el mar durante aquella tempestuosa época del año lo arrebatara de su lado.

El padre suplicó a Nuestra Señora de Guadalupe que conservara la vida de su hijo y lo hiciera volver a sus paternales brazos, prometiendo solemnemente una fragata como regalo. Al poco tiempo, el hijo que se daba por perdido arribó felizmente sano y salvo a Veracruz. El padre mantuvo su palabra: “le hizo erigir a la protectora patrona cerca de la capilla y sobre la elevada roca un monumento de piedra”, con mejor vista desde el valle que estando cerca de él.

Tan firme estaba en su sitio que años más tarde, al ser visitada la capilla del Cerrito por Francisca Erskine Inglis de Calderón de la Barca (1840), escribió en su obra La vida en México durante una residencia de dos años en ese país, que desde lo alto se veía “una especie de monumento imitando las velas de un barco, erigido por un español en acción de gracias y en memoria de haberse salvado en un naufragio, lo que él atribuía a la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe”. Con esta versión, los marinos y pasajeros del naufragio comenzaron a ser los protagonistas principales.

Al año siguiente (1841), el escritor estadounidense Brantz Mayer también visitó la capilla del Cerrito y miró desde lo alto “una curiosa mole de ladrillo y cemento que se halla a la mitad del camino del cerro, y que, vista desde lejos, parece algo así como un barco”. Curioso, preguntó sobre el monumento y le contaron que, hace muchos años, un rico mexicano se hallaba en altamar en viaje de regreso de España cuando una violenta tempestad se desató dejando “al buque en inminente riesgo de perderse”.

El vendaval aumentó y el buque empezó hacer agua; las velas quedaron inutilizadas y toda esperanza por salvarse le hubiera abandonado de no acordarse de la Virgen de Guadalupe, patrona de su tierra natal. Se arrodilló e invocó su protección, prometiendo construir en México otro templo consagrado a su gloria si lo salvaba. El viento amainó, el mar se calmó y “apareció a la vista otro buque amigo que salvó a la tripulación que estaba a punto de ahogarse”.


El Cristo del atentado
La antigua basílica de la capital mexicana fue testigo de un atentado contra la Virgen de Guadalupe. Checa los detalles de este episodio de la historia.
El 14 de noviembre de 1921 tuvo lugar un hecho sin precedentes en la antigua Basílica de Guadalupe de la Ciudad de México. Ese fue el día del atentado contra la Virgen de Guadalupe.

De un grupo de trabajadores que se encontraban dentro de la Basílica, salió un hombre con un ramo de flores. Caminó hacia la imagen de la Virgen de Guadalupe, colocó las flores debajo de ella y se alejó con rapidez.

Momentos después, un estruendo se escuchó justo a los pies de la imagen de la Guadalupana.
La gente presente buscó al responsable con la idea de lincharlo. No querían dejar ir al culpable.

Minutos después el presidente de La Villa arribó a la basílica. Había recibido una llamada del entonces presidente de la república Álvaro Obregón.
El presidente le había ordenado evitar que lastimaran a quien había cometido el acto que vulneraba a la imagen de la virgen del ayate.

Sin embargo, y a pesar de la destrucción que había provocado el explosivo, la imagen de la Virgen de Guadalupe permanecía intacta. Los fieles consideraron que estaban presenciando un auténtico acto milagroso.

Buscando al autor intelectual
Las investigaciones en torno al atentado en la basílica comenzaron. Y también crecían los rumores acerca de la responsabilidad del presidente Obregón, conocido por su postura radical en contra de la Iglesia Católica.
Según habitantes, lo habían escuchado hablar sobre el deseo de terminar de una vez por todas con la imagen de la virgen de Guadalupe.

Días posteriores aún no se había castigado a ninguna persona después del ataque. El día 17 la Asociación Católica de la Juventud Mexicana convocó a una marcha.
Querían exigir justicia y castigo al responsable del atentado contra la Virgen de Guadalupe.

Esa mañana la avenida de San Francisco se vio repleta por cientos de fieles quien portando estandartes de la Virgen. Exigían que no quedara impune el hecho, al tiempo que celebraban con vivas a la virgen que milagrosamente había sobrevivido.

Esta historia es poco recordada en la actualidad. Pero si quieres revivir este pasaje de la historia del catolicismo en México puedes visitar la antigua basílica de Guadalupe, a un costado de la actual. Ahí se encuentra el Cristo del Atentado, que sufrió una deformación y que es visitado por miles de personas al año.