Fuente: wikipedia
Juan de Palafox y Mendoza (Fitero, 24 de junio de 16001 - El Burgo de Osma, 1 de octubre de 1659), obispoespañol, ejerció su obispado de Tlaxcala (Nueva España) con sede en Puebla de los Ángeles y más tarde en Osma. Desempeñó asimismo el cargo de consejero del Consejo Real de Indias entre 1633 y 1653, virrey y Capitán General de Nueva España.
Fue beatificado en el El Burgo de Osma el 5 de junio de 2011, por el cardenal Angelo Amato.
Biografía
Como cuenta José María Blanco White:
Era hijo ilegítimo de don Jaime de Palafox y Mendoza (marqués de Ariza) y de una mujer de ilustre familia que, para ocultar su estado, se retiró al balneario de Fitero, en Navarra, y al dar a luz el 24 de junio de 1600, para evitar el escándalo, tomó la depravada resolución de ahogar al niño en el cercano río. Pero la mujer encargada del infanticidio fue descubierta y el niño se salvó y fue criado por un viejo servidor de la casa de Ariza Pedro Navarro y su esposa María, hasta que su padre, al volver de Roma, lo ayudó y lo envió a las Universidades de Alcalá y Salamanca. Su madre se hizo monja en la Orden de las Carmelitas Descalzas.2
Así pues, nació en Fitero (Navarra) y fue educado y mantenido por una familia humilde durante seis años, aunque finalmente fue reconocido por su padre y pudo estudiar en Alcalá de Henares y en Salamanca. En 1626 fue presentado al Conde-duque de Olivares y fue designado diputado de nobleza en las cortes de Monzón. Poco después, obtuvo el cargo de fiscal de los Consejos de Guerra e Indias. Don Jaime de Palafox y Cardona fue sobrino suyo.
Tan fuerte impresión le causaron la enfermedad de una tía paterna suya, el entierro de dos hombres ilustres y la devoción de su madre que decidió ordenarse sacerdote y lo eligieron capellán de la reina de Hungría, María Ana de Austria, hermana de Felipe IV, a quien acompañó en varios viajes por Europa (Italia, Alemania, Flandes y Francia).
En 1639 fue escogido en Madrid por el Rey como Obispo de Tlaxcala (cuya sede era la ciudad de Angelópolis o Puebla de los Ángeles), siendo confirmado por el papa Urbano VIII el 27 de octubre de ese mismo año. Se distinguió por sus esfuerzos en la protección de la población indígena, prohibiendo emplear cualquier método de conversión que no fuera el de la persuasión, y por sus roces y enfrentamientos con los privilegios de los jesuitas, que al cabo obligaron al rey a llamarlo a España y nombrarlo obispo de Osma.3
Fue nombrado también visitador general. Más tarde, cuando estalla la guerra entre Portugal y España, aprovecha la relación familiar entre el Virrey Diego López Pacheco y Portugal, duque de Escalona y marqués de Villena, y el autoproclamado rey de Portugal, Juan IV, para poner en duda la fidelidad del Virrey a su Rey en Madrid. Tras meses de deliberación en Madrid, Palafox recibió en Puebla reales cédulas secretas que le daban el poder de deponer al marqués de Escalona, y ocupar provisionalmente los cargos de Arzobispo de México y Virrey de la Nueva España. En secreto, entró en la Ciudad de México y se puso en contacto con miembros de confianza de la Audiencia y el Ayuntamiento, la noche del 9 de julio de 1642 mandó arrestar al duque de Escalona, quien se refugió en el Convento de Churubusco.4 Hecho lo anterior, confiscó y remató sus bienes y lo remitió a España.
Palafox, virrey de Nueva España
Durante este período, Juan de Palafox ocupó temporalmente el cargo de virrey de Nueva España, en funciones desde el 10 de junio al 23 de noviembre de 1642. En este breve periodo, apoyó el acceso de los criollos a los cargos públicos, propuso reducir impuestos para fomentar la economía y defendió el comercio entre colonias, hasta entonces muy restringido; expulsó a los portugueses (sospechosos de deslealtad debido a la rebelión de independencia de Portugal) de las minas y las costas; levantó 12 milicias para la defensa, pues temía que pudieran propagarse las revoluciones de Portugal y la de Cataluña; realizó un masivo auto de fe, con la ejecución de 150 herejes y criptojudíos, 50 de los cuales eran mercaderes portugueses.5 Asimismo formó las ordenanzas para la Universidad, la Audiencia y los abogados.
Como obispo de Puebla fundó el convento de religiosas dominicas de Santa Inés; redactó constituciones para el seminario de San Juan y erigió los colegios de San Pedro (para gramática, retórica y canto llano) y el de San Pablo (para grados académicos) al que dotó de una excelente biblioteca, hoy llamada Palafoxiana. Creó el colegio de niñas dedicado a la Purísima Concepción y dedicó sus mejores esfuerzos a terminar la Catedral, que consagró el 18 de abril de 1649.
Vacante la sede metropolitana por la muerte de Feliciano de Vega y Padilla (1641) mientras viajaba desde Acapulco, el cabildo eclesiástico lo eligió arzobispo de México el 12 de noviembre de 1643.
Su defensa de la jurisdicción episcopal es un capítulo que sólo puede entenderse teniendo presente la responsabilidad del Obispo como ejecutor de las disposiciones del Concilio de Trento. El gesto de la designación de conservadores (mayo de 1647), que llegaron a declarar Sede vacante con el Obispo presente en el territorio, haciendo caso omiso de tres provisores designados legítimamente para suplirle en caso de ausencia, revestía una gravedad tal, que, según diagnosticaba Palafox, amenazaba la estructura misma de la Iglesia. Sobre el tema escribió Palafox mucho y muy claro, obligado a contrarrestar la propaganda de sus adversarios. Sin embargo, en la historiografía eclesiástica, su versión ha tenido menos eco que la contraria.
A causa de no ser aceptado por los regulares a sujetarse a visita y examen, conforme lo disponían varias cédulas reales, Palafox nombró 36 curas regulares y erigió otras tantas parroquias.
Debido a su papel en el contencioso mencionado, encontró la hostilidad de los jesuitas (1645), lo que motivó su gran animadversión hacia ellos. En dos ocasiones (1647 y 1649) manifestó mediante quejas formales ante el papado de Roma sus desavenencias. Inocencio X, sin embargo, rechazó estimar sus censuras, y todo lo que pudo obtener fue un informe de 14 de mayo de 1648 que instaba a los jesuitas a respetar la jurisdicción episcopal. Palafox también tomó una postura antijesuita en la disputa de los ritos chinos, argumentando la tolerancia de los jesuitas hacia los chinos quienes, después de su conversión al catolicismo, aún practicaban los rituales tradicionales de adoración de sus ancestros como equivalentes a herejías. El académico costarricense Ricardo Martínez Esquivel ha argumentado que, aunque Palafox efectivamente tenía jurisdicción como obispo en algunas misiones asiáticas, su posición en esta controversia estaba más bien motivada por su generalizada actitud antijesuita.6 En 1653 los jesuitas consiguieron por fin su traslado a España. En Puebla, fue sustituido por el obispo Nicolás Guzmán Briceñopor 1647, descendiente de conquistador Francisco de Orduña por una parte, y por otra de Francisco Briceño López, Gobernador de Guatemala y Presidente de la Real Audiencia de Nueva Granada.
Con relación a su labor de gobierno en Nueva España, como hombre de la Monarquía hispánica en un momento de máxima tensión de la misma -los años cuarenta del siglo XVII-, cuando la crisis constitucional en los reinos que la componían no sólo afectaba a Portugal o Cataluña sino también, en otro nivel, a los virreinatos de Indias, cabe destacarse la significación de la colección documental de la Real Biblioteca.7 Contempla diversas facetas de su gobierno virreinal con amplitud pero, sobre todo, el enfrentamiento con el clero regular y, en menor medida, cuestiones como las obras de la catedral de Puebla. Son en total veintitrés los volúmenes manuscritos que vinieron del Archivo de Simancas con motivo del proceso de beatificación del prelado que la propia Corona quería impulsar, y tras una recatalogación, en la que participó la Universidad de Alicante, se presentó dicho fondo en la Real Biblioteca en el año 2001, en un seminario científico sobre el aragonés.
Originalmente, el fondo eran ocho legajos, como consta en su Yndice de los Papeles que comprehenden los ochos Legajos tocantes al Venerable Sr. Palafox que se han trahído de Simancas por orden de S.E. en este año de 1785 -en ms. II/1668 (2)-, pero se encuadernaron los documentos en veintitrés cuerpos, hoy son veintitrés manuscritos facticios. El primero de la serie se forma básicamente con cartas a Felipe IV ya desde Nueva España, de 1641 (II/1981), el siguiente son cartas también del prelado, hasta 1654, y en el mismo hay una anotación sobre un decreto de José de Gálvez, Marqués de Sonora, sobre dichas cartas, fechada en el Real Archivo y Fortaleza de Simancas, en abril de 1773. Los siguientes volúmenes se centran en la cuestión del clero regular y el control regio, con consultas y decretos sobre ello (II/1996), documentos sobre las controversias de los jesuitas con Palafox (II/1987-89), y el conjunto incluso recoge piezas sobre estas cuestiones pero generadas con posterioridad a Palafox, como los II/2000-2001, o II/1997-99. Otros son sobre aspectos de la Visita del Obispo a la Nueva España (II/1983, 1986 y II/2002) relativos a la Real Audiencia y a otras realidades, y sobre las obras de la catedral de Puebla hay otro grupo documental, obras en las que tuvo relevancia la cuestión heráldica del escudo que estaba en el retablo de la capilla mayor, como se observa (II/1991, II/1993-95).8 Por tanto, globalmente, es un conjunto capital para entender los problemas del gobierno real en Nueva España a mediados del siglo XVII.
Obispo de Osma
Al regresar a España fue nombrado obispo de Osma, donde murió a los pocos años. No era de las sedes más relevantes pero sí representativa, de hecho con anterioridad la ocuparon otros notables prelados como Honorato Juan, preceptor de Felipe II y de Don Carlos, el Príncipe de Asturias. Falleció el 1 de octubre 1659. Sus restos están enterrados en su Catedral, en una capilla (Capilla del Venerable Palafox) proyectada por Juan de Villanueva y en la Capilla de las Reliquias de la Catedral de la Puebla de los Ángeles, de la que fue un benefactor durante su obispado. En 1666 su cuerpo estaba incorrupto.
Su proceso de beatificación fue incoado en la diócesis de Burgo de Osma en 1666 y en Puebla de los Ángeles en 1688. El decreto que autorizaba introducir la causa en Roma fue firmado por Benedicto XIII en 1726 y el proceso continuó bajo posteriores pontífices. Sin embargo, la invasión francesa de Roma y la captura del papa Pio VI impidió llevar a cabo la Segunda Congregación General sobre las virtudes Heroicas del Siervo de Dios.
La causa fue retomada por el papa Juan Pablo II en 1987. El 27 de enero de 2004 fue aprobada, por los consultores históricos de la Congregación para las Causas de los Santos, la positio presentada por la Postulación de la causa en los años 1998-2003. El 4 de abril de 2008 tuvo lugar, con éxito positivo, el "Congressus Peculiaris super Virtutibus"; el 2 de diciembre sucesivo tuvo lugar, con el mismo dictamen positivo, la Congregación de cardenales y obispos y el 17 de enero de 2009 fue promulgado el Decreto sobre las Virtudes.
El 26 de febrero de 2009 la Consulta médica se pronunció favorablemente sobre la inexplicabilidad de la curación del párroco de Fuentemolinos, don Lucas Fernández de Pinedo, ocurrida el 29 de noviembre de 1766 y atribuida a la intercesión de Juan de Palafox. El Congreso Peculiar de los Consultores Teólogos dio su parecer favorable el 27 de junio de 2009 y la Congregación de cardenales y obispos se pronunció unánimemente en favor del milagro el 8 de febrero de 2010; el papa Benedicto XVI aprobó la promulgación del Decreto sobre el Milagro el 27 de marzo sucesivo. Juan de Palafox y Mendoza fue beatificado el 5 de junio de 2011en una solemne ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato y que tuvo lugar en la Catedral de El Burgo de Osma.
Carta Apostólica de Beatificación
Nos, acogiendo el deseo de nuestro hermano Gerardo Melgar Viciosa, Obispo de Osma-Soria, así como de otros muchos hermanos en el episcopado, y de numerosos fieles, una vez consultada la Congregación para las Causas de los Santos, con nuestra Autoridad Apostólica, otorgamos la facultad de que el Venerable Siervo de Dios Juan de Palafox y Mendoza, Obispo, heraldo infatigable del Evangelio, pastor servicial del rebaño que le fue encomendado, valiente defensor de la Iglesia, sea llamado de ahora en adelante con el nombre de Beato y que su fiesta puede celebrarse anualmente el día seis de octubre en los lugares y modos establecidos por el Derecho.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día veintiséis de mayo, del año del Señor dos mil once, séptimo de Nuestro Pontificado.
Benedictus, PP. XVI
Obra cultural
La Biblioteca Palafoxiana en Puebla, México.
Juan de Palafox fue un mecenas entusiasta, y durante su obispado en Puebla, la ciudad se convirtió en el centro musical de Nueva España. Compositores como Juan Gutiérrez de Padilla, el maestro de capilla de la catedral bajo Palafox y el compositor de siglo XVII más famoso en la Nueva España, llevaron los más novedosos estilos de música europeos al Nuevo Mundo.
Palafox creyó intensamente en la educación y la cultura, y reunió una biblioteca de cinco mil libros de ciencia y filosofía, denominada Biblioteca Palafoxiana. Fue amigo de Andrés de Uztarroz, que lo elogió como escritor en su Aganipe de los cisnes aragoneses en el clarín de la fama. A Uztarroz le escribe pidiéndole que se publique su Historia real sagrada y su Varón de deseos.
Sus obras, en 15 tomos, se imprimieron en Madrid en 1762, a iniciativa de los carmelitas descalzos. Como escritor, fue autor de obras de carácter ascético, como Trompeta de Ezequiel (Madrid, 1658). También fue elogiado por Baltasar Graciánen Agudeza y arte de ingenio (1648), en el discurso LVI, en el que alaba una obra titulada El pastor de Nochebuena y en El Discreto, XVIII.
Bibliografía
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Referencias[editar]
↑ Antonio González de Rosende: Vida del ilustrissimo y excelentissimo señor don Juan de Palafox y Mendoza.
↑ José María Blanco White, "Apéndice a la carta tercera", en Cartas de España, ed. de Antonio Garnica, Madrid: Alianza Editorial, 1972.
↑ Los jesuitas poseían tierras sobre las pesaba la obligación de pagar diezmos, pero ellos pretendían que, como pertenecían a su congregación, estaban exentos de esta carga; otro problema vino después cuando pretendían predicar sin pedir licencia del Ordinario, pero como para ello tenían la protección del Virrey de Nueva España, Palafox se vio obligado a huir y entonces escribió unas famosas cartas contra sus enemigos. A pesar de un breve pontificio a su favor no se libró de ser llamado a España por el Rey, quien, para evitar problemas si regresaba con los jesuitas, lo hizo obispo de Osma.
↑ Israel, Jonathan (1980). Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, 1610-1670. Fondo de Cultura Económica. p. 193-219. Consultado el 18 de octubre de 2017.
↑ Cayetana, Alvarez de Toledo (2011). Juan de Palafox.Obispo y virrey. Marcial Pons. pp. 195-197.
↑ “Entrevistas de Bitter Winter: Prof. Ricardo Martínez Esquivel”, Bitter Winter, June 20, 2018; y José Antonio Cervera - Ricardo Martínez Esquivel, “Puebla de Los Ángeles entre China y Europa. Palafox en las controversias de los ritos chinos,” Historia Mexicana 58,1 (2018): 245–284.
↑ Patrimonio Nacional: Real Biblioteca
↑ Descubre el pleito sobre los escudos y lo analiza: Botella Ordinas, Eva, "Fruto, cruz y árbol de vida. Diseño castellano de un reino de Sobrarbe", Espacio, tiempo y forma. Serie IV, Historia moderna, Nº 11, 1998, págs. 179-214.
Primer Obispo de Puebla (México)
y luego Obispo de Osma (España)
Martirologio Romano: En Osma, España, Siervo de Dios Juan de Palafox y Mendoza, primer obispo de Puebla de los Ángeles y después obispo de Osma. († 1659)
Fecha de beatificación: 5 de junio de 2011 durante el pontificado de Benedicto XVI.
Breve Biografía
Hijo natural del marqués de Ariza, el decimoprimer arzobispo de México nació en Fitero el 24 de junio de 1600. Los primeros años de su vida era conocido como Juan Navarro porque Pedro y María Navarro, criados del marqués, lo recogieron y adoptaron como hijo suyo. A los diez años de edad, el marqués de Ariza reconoció a Juan quien tomó los apellidos Palafox y Mendoza.
A temprana edad Don Juan mostró interés por dedicarse a la carrera militar, pero, obedeciendo los deseos de su padre, decidió asistir a las universidades de Salamanca y Alcalá.
Los años que pasó en la universidad fueron buenos en el aspecto académico, pero Don Juan también se entregó a los placeres mundanos. De él se dice que era un caballero galante, aunque nunca traspasó los límites de las conveniencias sociales y evitó el escándalo.
En 1626 el Ministro supremo del rey Felipe IV lo invitó a Madrid para que ahí pudiera emplear mejor todas sus capacidades. Tan pronto llegó a la capital española se le dio el puesto de Fiscalía del Consejo de Guerra y poco después la del Consejo de Indias.
Después de trabajar algún tiempo en la Corte, Don Juan de Palafox decidió seguir la vocación eclesiástica. En 1629 el rey lo nombró capellán y limosnero de María de Austria. Debido a este encargo, viajó a Alemania, Italia, Francia, entre otros países europeos.
A su regreso fue presentado como nuevo obispo de Puebla. La ceremonia de consagración tuvo lugar en Madrid el 27 de diciembre de 1639 y a cargo estuvo el cardenal Agustín Espínola, arzobispo de Toledo.
El obispo de Puebla llegó a México el 24 de junio de 1640 y entró a su diócesis el 22 de julio. No sólo llegó a nuestro país con el título de obispo de Puebla, sino también con el de visitador y Juez de Residencia de los virreyes.
En Puebla uno de sus mayores logros fue la conclusión de la construcción de la catedral. En 1649, tan sólo nueve años después de su llegada, celebró la dedicación del santuario.
Durante su gobierno pastoral se erigió el Colegio de San Pedro y San Pablo y logró que el rey le diera a las nuevas instituciones el título de Real. El obispo dotó al Colegio de San Pablo con una enorme biblioteca, hoy conocida como Palafoxiana. De la misma forma, fundó el convento de religiosas dominicas de Santa Inés, un colegio de niñas huérfanas y formó las ordenanzas del hospital de San Pedro.
En esta época España estaba en guerra con Portugal. Cualquier funcionario del que se sospechara tener simpatías con el enemigo sería removido de su cargo. Don Juan, por encargo del rey, se dedicó a espiar al virrey Don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, quien era miembro de una familia portuguesa.
El 12 de noviembre de 1643, después de la muerte de Feliciano de la Vega, el cabildo eclesiástico nombró a Palafox de Mendoza nuevo Arzobispo de México. Tan pronto llegó a la ciudad destituyó al virrey por simpatizar con los portugueses y tomó en sus manos el poder civil convirtiéndose en nuevo gobernante de la Nueva España. Cinco meses duró su gobierno como virrey y como Arzobispo de México, tiempo en el cual estableció doce compañías de milicias, visitó colegios, dio leyes a la Universidad y continuó con las visitas a los tribunales. Renunció a su cargo de virrey y de arzobispo.
Durante su estancia en Puebla, Don Juan de Palafox tuvo muchos problemas con los miembros de la Compañía de Jesús. El obispo llegó a suspender las licencias que tenían los jesuitas para predicar, lo cual provocó un enorme escándalo en toda la Nueva España.
El 6 de febrero de 1648 llegó a Puebla una carta del rey mediante la cual mandaba llamar a Don Juan a Madrid para rendir un informe de sus acciones en nuestro país.
Después de haber sido Arzobispo de México, obispo de Puebla y virrey de la Nueva España, Palafox llegó a Madrid y fue tratado con desprecio por el rey, quien lo nombró obispo de Osma.
El prelado siguió ejerciendo la caridad en el pobre obispado de Osma hasta su muerte el 1 de octubre de 1659.
El sábado 27 de marzo de 2010, S.S. Benedicto XVI firmó el decreto referente a un milagro atribuido a la intercesión del Venerable Juan de Palafox, la ceremonia de beatificación se realizó en Soria (España) el 5 de junio de 2011.
Un proceso iniciado en 1666
El proceso de beatificación se inició en 1666 y fue interrumpido varias veces a lo largo de los últimos tres siglos y medio. Según Moriones, diversas circunstancias han contribuido a prolongar el caso. Por ejemplo, en 1699 la muerte del entonces Papa, del cardenal ‘ponente’ de la Causa y del obispo de Sevilla, que fungía como su patrocinador.
Por ello la ‘introducción’ del expediente en El Vaticano se atrasó hasta 1726, bajo el pontificado de Benedicto XIII. Luego, diversos episodios históricos como la Revolución Francesa, el exilio de los Papas y la guerra de unidad de Italia interrumpieron el análisis. A pesar de todo la Causa nunca se interrumpió ni tampoco perdieron su validez ninguno de los pasos aportados en el proceso.
El milagro aprobado
El milagro estudiado y aprobado por el Vaticano se refiere a la curación de Lucas Fernández de Pinedo, un sacerdote de 66 años de edad, párroco de Fuentemolinos de la entonces Diócesis de Osma. En noviembre de 1766 el párroco había sido desahuciado por los médicos tras 40 días de lucha contra una probable forma de tuberculosis, incurable en aquella época.
Según relata el postulador de la Causa, el padre Moriones, el cura “había hecho su testamento y recibido los últimos sacramentos y se había despedido de sus parroquianos cuando su sobrino, también sacerdote y vicario parroquial, le trajo una reliquia de Palafox”.
El enfermo la recibió, se encomendó y se quedó dormido mientras los síntomas de la enfermedad que lo tenían insomne desde hacía semanas desaparecieron instantáneamente y, al cabo de cuatro horas, se encontraba perfectamente.
Su médico de Fuentemolinos (Soria), otro de la cercana aldea de Roa y un tercero describieron al tribunal todos los síntomas de un enfermo terminal de tuberculosis. La detallada documentación de esta curación inexplicable respalda el milagro que permite beatificar a Palafox, modelo de político honrado y buen obispo.
Carlos Villa Roiz
Este domingo 7 de octubre, la Iglesia celebra al beato Juan de Palafox y Mendoza, quien fue Arzobispo de Puebla y Virrey de Nueva España, y uno de los personajes más relevantes del período colonial.
En memoria del beato Palafox y Mendoza, este domingo se entronizará su imagen en la capilla que tiene en la Catedral de Puebla, y también habrá festejos en la ciudad de Osma, en España, donde también fue obispo una vez que abandonó México.
De acuerdo con el Vice Postulador de su Causa el Lic. Juan Pablo Salazar Andréu, quien también es Cronista de Puebla, es posible la futura canonización del ahora Beato, ya que se trabaja en la difusión de su biografía y se promueve entre los fieles para que pidan a Dios un milagro por su mediación. Para tal fin, surgió en fechas recientes una Cofradía que se suma en estos esfuerzos a la organización Amigos de Palafox.
En este sentido, varios estudiosos y autores siguen difundiendo la obra de Palafox y Mendoza, quien en su tiempo, fue un incansable luchador contra la corrupción en Nueva España.
El Lic. Salazar Andréu, entrevistado, recordó algunos gestos que definen su personalidad, como el que Palafox diera prioridad a la construcción de la catedral de Puebla por encima de su Palacio Arzobispal que también estaba en obra, y señaló que cuando volvió a España tuvo que pedir prestado porque realmente él vivió en la pobreza.
También señaló que Palafox es un personaje polifacético, ya que presenta enseñanzas vigentes en nuestro tiempo en los planos jurídico, administrativo, político, ético, moral y religioso.
Tras un largo proceso de estudio y fuertes polémicas, Juan de Palafox y Mendoza fue beatificado en la ciudad de Osma por el Papa Benedicto XVI, el 6 de junio de 2011, y el principal promotor de esta Causa en México fue el entonces Arzobispo de Puebla Rosendo Huesca.
CIUDAD DE MÉXICO, 23 de junio 2011.- “Que extraordinaria paradoja que sea el beato Palafox quien nos convoque y reúna aquí en la santa iglesia Catedral Metropolitana a las personas más distintas en cuanto a credo, opciones políticas, clases sociales y diferencias ideológicas; gracias por venir, por compartir con la Iglesia el júbilo y reconocimiento de la santidad, el genio y las virtudes de un hombre de Iglesia”, dijo anoche el cardenal Norberto Rivera Carrera.
El prelado celebró así el trabajo conjunto entre la Iglesia y el Gobierno del Distrito Federal (GDF) con motivo de las jornadas para honrar la beatificación de Juan de Palafox y Mendoza, virrey y arzobispo de México en el siglo XVII, cuyas reliquias llegaron ayer al recinto religioso.
Durante el mensaje, previo al concierto de la Orquesta de Cámara de Minería en el altar de la Catedral, Rivera Carrera reconoció la presencia del jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, así como la del secretario de Educación Pública federal, Alonso Lujambio; del procurador General de Justicia del DF, Miguel Ángel Mancera, y del ex secretario de Seguridad Pública local, Joel Ortega.
Ebrard dijo que a pesar de las diferencias de opinión que pudieran existir y que considera válidas, considero que hay coincidencias: “Cada quien tiene su punto de vista, pero hay cosas que nos unen y nos respetamos, siempre nos vamos a respetar”.
Así, la Iglesia católica y el GDF, además de revalorar la figura de beato, dejan atrás una cerrada confrontación que los mantuvo alejados desde 2010.
Como informó Excélsior (16/VI/11) sólo Palafox fue capaz de lograr “el milagro” para reconciliar a ambas instituciones. Alejandra Moreno Toscano, autoridad del Centro Histórico, fue la encargada de presentar, a nombre del GDF, las actividades que durante seis días honraron en la ciudad a Juan de Palafox y Mendoza, luego de su beatificación en España el pasado 5 de junio.
“Don Juan de Palafox fue arzobispo de México y obispo de Puebla, pero también fue virrey de la Nueva España. En días pasados ha sido beatificado por la Iglesia católica y por lo tanto la Ciudad de México tenía que vincularse a estas ceremonias con eventos culturales, sociales y artísticos”, dijo Moreno Toscano entonces.
Las jornadas cívico-religiosas incluyeron conferencias, exposiciones, conciertos, la acuñación de una moneda y la emisión de un billete de Lotería, así como la recepción de parte de las reliquias del beato en una ceremonia que tuvo una procesión la víspera por las calles del Centro Histórico.
El conflicto entre la Iglesia católica y el GDF comenzó en agosto de 2010 tras la aprobación en la Suprema Corte de Justicia de los matrimonios entre personas del mismo sexo y la interrupción legal del embarazo.
Esta situación provocó que Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis Primada de México, acusara al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, de tener una “vocación fascista” y de ser un “enemigo de la familia”.
La respuesta del político llegó cuando demandó por difamación a Valdemar, quien lo calificó de “fascista”. Poco después el religioso acusó a Ebrard de incurrir en el delito de peculado en el juicio en su contra luego de que el político afirmó que empleaba a 20 abogados para ganar la demanda de difamación.
Tras el anuncio de las jornadas palafoxianas, Valdemar afirmó a este diario: “Por supuesto hay una coincidencia con la Arquidiócesis, con la Iglesia católica, con el cardenal (Norberto) Rivera y hasta con un servidor, que yo no había tratado con ningún funcionario del DF, después de la discusiones y de una demanda que ahí está en contra mía”, dijo.
La opinión de otros personajes, como la del antropólogo de las religiones Elio Masferrer, se sumó al debate. Para el especialista, más allá de la reconciliación, la organización de las jornadas en honor del beato fue “una oportunidad para que el jefe de Gobierno capitalino se imponga un aura de respeto frente a los católicos y lance un supuesto mensaje de respeto a los ciudadanos”.
La situación pareció aún más distendida luego de que el cardenal Rivera Carrera anunciara que mañana, en el contexto de la festividad de Corpus Christi, oficiará una misa al aire libre en la Plaza Tlaxcoaque y que encabezará una procesión por la avenida 20 de Noviembre, hacia el Zócalo, donde se prevé que dirija un mensaje a la feligresía.
Vida y obra
Juan de Palafox y Mendoza (1600-1659) llegó a Veracruz en 1640. Designado obispo de Puebla, se caracterizó por defender a la población indígena y alentar el desarrollo del arte. Fundó el convento de religiosas dominicas de Santa Inés, redactó constituciones para el seminario de San Juan y erigió los colegios de San Pedro, para gramática, retórica y canto llano.
Fue elegido arzobispo de México el 12 de noviembre de 1643, un año antes se convirtió en virrey de la Nueva España, desde donde formó las ordenanzas para la Universidad, la Audiencia y los abogados, y levantó 12 milicias para la defensa. Su enemistad con la Compañía de Jesús le valió su expulsión a España, donde fue nombrado obispo de Osma, lugar en el que murió en 1659 y donde el pasado 5 de junio fue nombrado beato.
Juan de Palafox y Mendoza “es el personaje más importante del siglo XVII en la Nueva España”, no duda en afirmar el historiador Manuel Ramos, director del Centro de Estudios de Historia de México Carso.
“Fue un hombre extraordinariamente creativo, escribió muchísimo, lo mismo tratados políticos, cuestiones eclesiásticas. Publicó las obras de Santa Teresa de Jesús por primera vez en España, también escribió una crónica sobre China, era un hombre de una universalidad extraordinaria”, agrega.
Como la Nueva España
Las reliquias de quien gobernara la Nueva España desde lo que hoy es el Distrito Federal encabezaron una solemne procesión
Una puerta al siglo XVI se abrió en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La llegada de las reliquias del beato Juan de Palafox y Mendoza a la Catedral Metropolitana trajo nuevamente a las calles de la que fue capital de la Nueva España hombres con mallas, indumentaria religiosa, música virreinal, el repique de las campanas y una procesión que no se efectuaba desde 1578.
Más de 250 fieles, según estimaciones de los organizadores, resguardados por unos 35 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal y acompañados por altos miembros de la Iglesia católica desfilaron en una procesión con los honores para un dignatario y un hombre de fe de alta investidura para honrar las reliquias de quien fuera virrey de la Nueva España, arzobispo de Puebla y Obispo primado de México.
A las nueve de la mañana, un conjunto de 24 actores de la Compañía Nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano distribuidos en tres palios (adorno a modo de techo), vestidos al estilo colonial y portando alegorías al beato, esperaban sobre avenida Hidalgo, afuera de la parroquia de la Santa Veracruz.
Dentro del templo, los fieles escucharon una oración matutina en evocación al auxilio de Juan de Palafox para México. Minutos después una comitiva encabezada por monseñor Antonio Ortega Franco, obispo auxiliar de México, y Eugenio Lira, obispo auxiliar de Puebla, se unieron al grupo que les esperaba para comenzar la marcha.
A la comitiva se unieron también los fieles, el ensamble Ditirambo de Música Antigua, abanderados de la Adoración Nocturna a México y miembros de la Asociación Mexicana de Malta, así como otros personajes de la Iglesia, como Hugo Valdemar, vocero de la Arquidiócesis Primada de México.
Con la mitra de Palafox, la cruz pectoral del arzobispo y una Biblia, además del repique de las campanas, la marcha avanzó por un costado del Palacio de Bellas Artes, mientras los fieles recibían banderines en color rosa con la imagen de Juan de Palafox, así como tarjetas con la oración al beato.
La columna, a la que le abrían paso tres hombres a caballo, llegó a avenida Juárez, de donde se perfiló hacia el Eje Central, para doblar en 5 de Mayo. A esa altura el repique de las campanas de Catedral se unió al de la parroquia de la Santa Vera Cruz.
Al centro de la columna el obispo Antonio Ortega Franco cargó durante todo el recorrido el relicario en forma de cruz, recubierto con hoja de oro, donde reposan fragmentos de la osamenta del beato; detrás, un caballero de malta y otros sacerdotes cargaban la caja de zinc con más restos óseos de Palafox, que recorrieron la ciudad desde la cual gobernó la Nueva España.
De acuerdo con los cronistas, una procesión de este tipo no se realizaba desde el siglo XVI, cuando llegaron a México 214 reliquias de la Compañía de Jesús, incluidas las de San Pablo, San José, San Pedro e incluso una astilla de la Cruz de Cristo.
La procesión, cuyos participantes recibieron una Indulgencia Plenaria, es decir, el perdón de todos los pecados, por decreto del cardenal Norberto Rivera, llegó finalmente a la Catedral Metropolitana alrededor de las 10 horas.
En la Puerta Jubilar, que se abre cada 25 años o cuando llega o muere un arzobispo, ya esperaba la alta jerarquía católica de México para recibir las reliquias de Juan de Palafox y Mendoza, quien fue beatificado el 5 de junio pasado en España.
Los restos fueron llevados al altar central de la Catedral para su homenaje y las notas musicales dieron paso a las palabras del cardenal Norberto Rivera, quien leyó en primera persona un mensaje, tal cual si estuviera dialogando con el obispo novohispano del siglo XVII.
“Justicia y perdón fue tu defensa”
“Esta Iglesia que peregrina en México se llena de inmensa alegría por la beatificación de quien nos ha dejado un rico tesoro espiritual y un gran ejemplo a seguir”, dijo el cardenal Norberto Rivera al recibir oficialmente las reliquias del beato Juan de Palafox y Mendoza en la Catedral Metropolitana.
Luego de agradecer a todos los presentes el mitrado leyó a manera de mensaje que redactó en primera persona a manera de diálogo con quien fuera virrey de la Nueva España, en el cual resaltó los momentos más importantes de su vida, así como de su obra pastoral y política.
“La calumnia y la difamación fueron las armas de tus enemigos, pero tu defensa siempre fue la justicia, benevolencia y el perdón”, dijo refiriéndose al arzobispo que fue beatificado el pasado 5 de junio en Burgo de Osma, España, después de 345 años de haberse iniciado su proceso para elevarlo a los altares.
Recordó que Juan de Palafox y Mendoza entregó el alma, razón y energía a Jesús y fue un ejemplo claro de fe, fortaleza, esperanza, caridad y de gobernante honesto, por lo cual constituía un honor contar con parte de sus restos en la Ciudad de México, desde la cual gobernó la Nueva España.
“Juan de Palafox y Mendoza, hoy pastores y fieles te recibimos con gran júbilo y orgullo en esta santa Catedral Primada de México. En esta arquidiócesis que gobernaste en sede vacante dos años y para la que fuiste electo arzobispo. Qué gloria para la Iglesia tener un pastor como tú”, refirió Rivera Carrera.
Posteriormente, se procedió a la veneración de las reliquias, siendo el primero en besar el relicario en forma de cruz el cardenal Rivera Carrera, seguido por los obispos, arzobispos y miembros de los canónigos de los cabildos de la Basílica de Guadalupe y de la Catedral Metropolitana, así como del presbiterio.
Acompañaron al cardenal Rivera Carrera el arzobispo de Puebla de los Ángeles, Víctor Sánchez; el obispo auxiliar de Puebla, Eugenio Lira Rugarcía, y el obispo de la diócesis de Ecatepec, Onésimo Cepeda, entre otras personalidades.
Luego, el relicario y la urna con las reliquias fueron colocados en el Altar de los Reyes, ubicado atrás del altar principal del recinto, en donde cientos de fieles, que ingresaron por la Puerta Jubilar, hicieron fila para la veneración del beato, como parte de la indulgencia plenaria concedida por la autoridad religiosa para ayer.
Hoy, otra parte de las reliquias de Juan de Palafox y Mendoza serán recibidas en la ciudad de Tlaxcala, para luego ser trasladadas a Puebla de los Ángeles, donde, como en el caso de la Ciudad de México y Burgo de Osma, en España, permanecerán finalmente los restos mortales del primer gobernante del continente americano en ser elevado a los altares por el Vaticano.